jueves, 2 de febrero de 2012

Pesares y Placeres

No estaba acostumbrada a que la traten bien, no estaba acostumbrada a leer lo que escribía, ni siquiera estaba acostumbrada a lo que había sucedido tres veces aquella noche antes de que amanezca.
 No estaba muerta, se sentía mas viva que nunca, porque no era fácil que un hombre provoque eso en ella, porque pocas veces lo había sentido así, si, un total desconocido la llevaba al mas puro y cierto orgasmo. Sin más que pedir, solo acabar.
 No era muy buena escritora, ni mucho menos cantante, no tenía talentos artísticos. Sin embargo, si se trataba de mentir ella era la mejor actriz. No hablaba de mi, jamás hablaba de mi, porque me reprimía.
 No buscaba verdades, porque no las necesitaba. Estaba bien así como estaba. Aunque sabia que con algo no estaba conforme. Algo la incomodaba. No quería sentirse mas asi de sola.
 Y recordó que quizás las cosas mas lindas estén en La Plata, y cómo cuando orillaba el río cantaba al compás de Joaquín. Lo extrañaba, pensó que ya había desaparecido de su vida para siempre. Pero algo le hizo pensar que cuando vuelva a sus pagos él iba a estar ahí, todavía para ella.
 Soñó muchas veces despierta las cosas que mas anhelaba, incluyéndolo como protagonista de diversas historias entretenidas, dignas de escribir en un cuento, de princesas y con final feliz. Pero claramente a su edad sabía que tales cosas no existían. Nada era tan perfecto como para que sucediera como ella quería. Pero se puso a pensar que quizás una mínima parte de todo lo que ella soñaba podría ocurrir en la realidad. No sabía, volver a verlo, un mensaje aunque sea, un toque, algo. Nada está nunca concluido, hasta que finalmente uno se lo fuma. Pero ella no estaba lista, todavía.
 El había sido dueño de su magia, a él lo había elegido, sin dudarlo, él era quien podía poseer eso que ella no quería compartir. Pero aún así se iba a ir, y ya lo sabía.

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