lunes, 23 de mayo de 2011

De cómo el deseo puede ganarle a mi cabeza I

 Su espalda descubierta me excitaba, pero no fue hasta cuando me acerqué que olí ese aroma afrodisíaco de su perfume de mujer misteriosa y percibí que entre las dos había algo diferente.. La última vez que había sentido esa impaciencia había sido aquella noche que conocí a Victor, la noche que le comí la boca de un beso porque no aguantaba las ganas... Se complican las cosas estando en un lugar público, lleno de caretas, de gente conocida, y mas aún, de gente con ganas de hablar.
 Pero la música sonaba fuerte, y ella se movía al compás. No sé si se me hizo a mi o todos se daban la vuelta a mirarla.
 Un vestido corto, que dejaba ver unas largas piernas blancas que terminaban en unos tacos de unos 15 centímetros. No era muy alta, pero sabía disimular, con el pelo un poco mas abajo de la nuca, un corte con personalidad... Yo quería que se de la vuelta, tenía que conocerla.
 Ahí estaba ella, con esos labios carnosos que todavía me acuerdo pintaron de color rubí mi cuello y alguna que otra parte de mi cuerpo, pero no me quiero adelantar mucho.
 Morocha de ojos marrones penetrantes, casi negros. Me sentía rara, tuve que darme la vuelta, mirar hacia otro lado.
 Me habían dicho que en ese lugar pasaban cosas extrañas, pero no les había creído hasta que sentí casi de repente que algo muy frío me tocaba la espalda. Era ella, con un vaso de algún trago que no se como se llama   invitándome a bailar, a lo que yo respondí con una sonrisa. ¡Qué sexy era! , tenía unas cejas perfectas, dientes muy blancos y parejos... y un lunar en el cuello que le daba ese touch que me terminó de poner loca.
 Dos canciones después mis amigos habían quedado atrás, la música sonaba de fondo y ahí estábamos ella y yo contra la primera pared que encontramos. Mi primer beso con una mujer, y el más excitante que alguien me haya dado en mi vida. Sentí como me mojaba de a poquito y como ella iba guiando con sus manos las mias, hacia su espalda, y seguía bajando...
 Se notaba que no era su primera vez, sabía exactamente qué hacer y cómo, entonces la invité a que nos vayamos a otro lado.
 En el camino me contó que se dedicaba a la fotografía, y que su último novio la había dejado por otra 10 años mayor, y que por él se hizo lesbiana, pero no había dejado de probar cuerpos de hombre.
 Mientras la llevaba a mi departamento yo le contaba algo de mi vida y compartíamos un cigarro. Me dió un beso antes de encontrar la llave y la llevé de la mano corriendo al ascensor...
¿Qué se cruzaba por mi cabeza en ese momento?, nada me importaba, solo me dejaba llevar por mis instintos...


(To be continued)

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